¡Hola a todos!
La semana que viene se cumplirá
un año de mi examen ¡un año! Hay que ver cómo pasa el tiempo. Un año que ha pasado
volando pero a la vez muy lento. Es una sensación bastante rara. Y es una
sensación bastante rara porque últimamente me vienen muchos recuerdos de esos
días previos y a veces son hasta borrosos en mi mente y otros días los tengo bien
presente, como si acabaran de suceder.
Durante estos días he pensado, he
pensado mucho, algo que no deberíamos hacer en las horas de estudio, pero es
que no lo he podido evitar. Mi pensamiento viajaba en el tiempo a esos días en
los que tenía que estudiarme 30 temas en un día, a esos días en los que me
faltaban horas para estudiar, esos días en los que parecía en alma en pena
deambulando por mi casa por falta de sueño.
Pero también en todo lo que ha
pasado desde ese día. Mis vacaciones que las disfruté al máximo, la vuelta al
estudio (estaba deseando volver, como dice mi preparador, la oposición se
convierte en una droga), el cambio de programa, la adaptación del temario al
mismo…
Y como digo he pensado y
reflexionado mucho. Aunque parezca mentira dentro de nada saldrá la
convocatoria y será volver a pasar por lo mismo. He aquí el quid de la cuestión
¿quiero volver a pasar por lo mismo?, ¿estoy preparada para ello? Reconozco que
durante estas semanas he estudiado porque tenía que hacerlo, he defendido los
cantes ante mi preparador (que por suerte han salido muy bien) pero me faltaba
algo más, me faltaba ese aliciente para decir aquí estoy y nada va a poder
conmigo. Los años de oposición empiezan a pesar, echas la vista atrás y dices
madre mía llevo un montón de meses haciendo lo mismo y nadie me asegura que
vaya a tener un final feliz, ¿realmente quiero esto? Y aunque es verdad que
siempre he querido ser Notario, no todo es tan bonito en este camino, uno también
cae, se detiene y piensa si levantarse y seguir o dejarlo donde está.
Pero algo pasó el lunes en el
cante. Mi preparador no me dijo nada hasta que llegué y me tenía preparada una
pequeña sorpresa. Iba a tener público durante mi exposición. Cuatro personas
habían comentado que querían opositar y mi preparador les invitó a escucharme
para que vieran lo que es la oposición. Mi
preparador les iba explicando todo lo que estaba pasando (los cinco minutos del
esquema, la cantidad de temas que hay en el primer ejercicio, la distribución
por bloques, hacer pasillo, etc, todo eso que ya sabéis).
Yo canté mi tema, al principio un
poco nerviosa porque sabía que detrás tenía gente pendiente de mí, pero a
medida que iba cantando me iba metiendo más en el tema y me olvidé por completo
de lo que tenía detrás. Al finalizar la exposición el preparador me hizo las
correcciones oportunas y estuvimos un ratito de charla, contaron su impresión
después de haberme escuchado, los chicos me preguntaban y yo respondía. Y entonces
fue cuando dije voy a muerte con esto. Mi preparador empezó a hablar de mí como
opositora, de lo trabajadora que era, de lo que confiaba en mí, de lo seguro
que estaba que iba a aprobar (sus palabras fueron “va a ir bien porque tiene
que ir bien”) y que queréis que os diga, eso me emocionó.
Cuando una está un poco baja de
ánimos que tu preparador hable así de ti, viene como agua de mayo. Ha sido un
chute de motivación tremendo que me ha venido muy bien. Y si antes ya tenía
claro que quería esto, ahora más que nunca.
¡Mucha suerte y ánimo a todos!
Gracias por leerme!
Un beso!
María :)